Blog de Sergio

Sobre los NFT y su utilidad

:criptomonedas: :informática:

Los NFT (“Non Fungible Tokens” o “Tokens No Fungibles”) son la nueva moda del arte digital. Todo el mundo ha escuchado hablar de ellos en los últimos meses, y con buen motivo, pues el mercado de NFT asciende hoy en día a 7 mil millones de dólares estadounidenses [1] y, por sorprendente que parezca, la obra de arte más cara de la historia es también un NFT, vendido por 532 millones de dólares este mismo año [2].

Figura 1. La obra de arte más cara de la historia, un CryptoPunk por valor de 532 millones de dólares.

Para entender el fenómeno de los NFT hay que primero entender qué es un NFT. Muchos son los que piensan que NFT es igual a arte digital, pero eso no es correcto, dado que este es solo una de las posibles aplicaciones de esta tecnología y, en la opinión del autor, de las más absurdas. Un NFT es simplemente un título de propiedad. Un ticket de compra que certifica que alguien es propietario de un objeto. Lo que hace a los NFT distintos de otros títulos de propiedad es que estos están grabados en la blockchain, lo que significa que: (1) no requieren de una tercera parte, por ejemplo un notario, para ser transferidos; (2) su propietario es una persona pública pseudónima y (3) pueden ser disfrutados sin degradarlos (de ahí el adjetivo de “no fungibles”). En todo caso, los NFT son solo títulos de propiedad sobre bienes, pero nunca los bienes en sí mismos. Si uno compra un NFT de una imagen, simplemente ha comprado el título que lo acredita como dueño de la misma, pero esta sigue siendo accesible por cualquiera que tenga un enlace o copia de ella.

Del anterior párrafo se deduce que el actual uso que se le está dando a los NFT es demente en todos los sentidos. Los NFT están siendo empleados para certificar la propiedad sobre ciertas piezas de arte digital (u otros objetos digitales, tales como ítems de videojuegos) sin que aquellos que están gastando ingentes cantidades de dinero en ellos se paren a pensar en si esto es algo lógico. Recordemos por un momento que lo que se compra no es la pieza de arte digital, sino el certificado conforme uno es el propietario de dicha pieza. Cualquier persona con acceso a internet puede descargar libremente el arte de un NFT y esto no puede ser impedido de ninguna manera. Esto dio nacimiento a memes como “I have screenshoted your NFT” (“He sacado una captura de pantalla a tus NFT”), que se burlan de aquellos usuarios que han pagado por bienes que son públicamente accesibles.

Figura 2. Un meme burlándose de los compradores y vendedores de NFT.

La respuesta más común a los memes anteriormente mencionados es que, por ejemplo, uno también puede ver una foto de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, pero poseerla es algo totalmente distinto. Lo primero es una mera representación de la obra, lo segundo es la obra en sí, nacida de las manos y la mente del autor, algo único e irreplicable. Esta respuesta, por muy buena que parezca, no sobrevive al más mínimo de los análisis racionales. Con el arte digital, no se está hablado de “obtener una foto de…”, sino de “obtener una copia exacta de…”. A lo que se pretende llegar es que en este caso es como si cualquiera pudiera tener una copia o copias exactas del cuadro de la Mona Lisa, totalmente indiferenciables milímetro por milímetro, átomo por átomo, electrón por electrón, de la original; de forma totalmente libre y gratuita. La única diferencia que habría entre las copias y la original sería que el propietario tiene un ticket de compra de esta, pero nada más. Pongamos un ejemplo menos abstracto y, aunque no exacto, bastante ilustrativo: suponga que usted compra un NFT de una finca en el monte. Usted es el propietario de dicho espacio, pero cualquiera puede entrar y emplearlo. Usted no puede impedir que nadie entre, por lo que disfruta tanto del espacio como las demás persona que, sin ninguna restricción, entran en él. Tampoco puede echar a nadie ni impedir que hagan hogueras y monten tiendas de campaña. Lo único que le diferencia de ellos es que usted tiene un papel que dice que esa finca es suya, pero nada más. ¿Qué tipo de propiedad tiene sobre la finca? Realmente, ninguna.

Dados los ejemplos anteriores se debería entender por qué los NFT son el (posiblemente) segundo mayor timo de nuestros tiempos, siendo el primero el dinero fiduciario. La gente se está gastando dinero en títulos de propiedad que no sirven (ni pueden servir por la propia naturaleza de internet), para nada. El hecho de que famosos como Willyrex en España promocionen este mercado lo hace aún peor. Los únicos que se benefician de esta estafa son aquellos que la emplean, al igual que el arte convencional, para blanquear dinero; los especuladores a los que les sale bien la apuesta en el mercado y a los artistas y distribuidores del arte. El usuario común es el que termina invirtiendo en un sistema que no le beneficia para nada. En definitiva, un Robin Hood inverso: sacarle riqueza a los pobres para dársela a los ricos.

Y al margen de la crítica tecnológica… El arte que se emplea es normalmente muy feo y falto de inspiración. Los juegos asociados a los NFT también son, habitualmente, aburridos. Todo esto suma al misterio del boom de este mercado, explicable solo mediante una combinación de una burbuja en estos activos, el desconocimiento generalizado sobre su funcionamiento y el blanqueo de dinero.

Figura 3. Un Bored Ape copiado y pegado de internet. Un ejemplo perfecto de lo poco llamativo que es el arte de estos NFT.

Pero existen otras aplicaciones de los NFT fuera del arte digital que podrían ser más legítimas. Una sería certificar la posesión de ítems en los videojuegos. La idea es que los jugadores puedan transferirse objetos entre ellos sin estar limitados por la compañía que lo desarrolló, pudiendo incluso venderlos si así lo desearan. Pero esto supone un problema: si la compañía no quiere que los objetos sean transferidos, puede hacer que cualquier “objeto” vendido o intercambiado simplemente no aparezca o no sea utilizable dentro del juego. Recordemos que el objeto del juego online (por ejemplo una espada) sigue estando bajo el control de la compañía que lo desarrolló y, si lo desea, puede modificarlo, duplicarlo y eliminarlo con total libertad, independientemente de que haya una blockchain por debajo acreditando la propiedad del mismo. En caso de darse esta situación, el valor del NFT caería a 0 instantáneamente porque su objeto asociado no sería utilizable. Lo mismo sucedería si el juego cerrase sus servidores y este fuera 100% online, todos los objetos desaparecerían y los NFT poseídos por los jugadores servirían solo para recordarles todo lo que han perdido tras el cierre. Si bien es cierto que otra empresa podría reutilizar los datos de la blockchain anterior en su futuro juego y prometer a estos jugadores que podrán recuperar sus viejos ítems en este, ¿Por qué iban a hacer esto cuando podrían abrir su propio mercado y vender sus propios NFT?

Siguiendo la pregunta anterior, otra utilidad que podrían tener los NFT podría ser mover objetos entre juegos. Un jugador podría tener un ítem en dos juegos simultáneamente sin problemas siempre que verificase su propiedad sobre dicho objeto mediante un NFT. El problema con esta idea es que, para que funcione, las empresas desarrolladoras de ambos juegos tendrían que ponerse de acuerdo en hacerlo y, dado que ya se han puesto de acuerdo… ¿Por qué iban a complicar el sistema introduciendo NFT? Simplemente con compartir sus datos como se ha hecho desde siempre se conseguiría un sistema que no solo funcionaría igual, sino que mejor, ya que no tendría que interactuar con la blockchain, que pese a las innovaciones recientes, sigue siendo una tecnología lenta. Todo esto ignorando que el problema de los incentivos mencionado en el párrafo previo sigue presente.

Las críticas anteriores no quieren decir que los NFT sean inútiles, solo que están siendo mal usados. Uno podría concebir un sistema en el que, por ejemplo, cada coche vendido tenga asociado un NFT. De esta forma, veinte años después de su fabricación, un comprador de quinta mano podría escanear la blockchain y seguir a los propietarios del NFT, obteniendo así la cantidad de propietarios previos del coche, los años en los que fue vendido, Etc. De esta forma, se evitarían muchas estafas en el mercado de segunda mano sin necesidad de la intervención de terceros (gobierno, notarios, Etc.) para prevenirlos, pues todo comprador podría verificar el historial del producto. Y así como se podría hacer con coches se podría hacer con cualquier otra mercancía, permitiendo a las empresas y consumidores conocer la procedencia de sus bienes y la cadena de producción detrás de los mismos. Un sistema así es extremadamente complejo de imaginar, pero no parece, a simple vista, imposible.

Antes de finalizar es necesario defender a los NFT de críticas que no merecen, concretamente de la crítica ecologista. Se dice que los NFT consumen gran cantidad de corriente eléctrica para funcionar, mucha de la cual proviene de fuentes no renovables. Esto es cierto y falso a la vez. Es cierto en el sentido de que los NFT consumen mucho. Es falso porque si espontáneamente todo el sistema de NFT desapareciera, esa corriente seguiría (o hubiera seguido) siendo consumida. La razón por la que esto sucede es que lo que consume corriente no son los NFT, sino la red de Ethereum (u otras) que los ejecuta. Esta red consume corriente indiferentemente de lo que se haga con ella, pues el consumo no proviene mayoritariamente del uso sino del minado y la carrera computacional que este incentiva. Si los NFT no existiesen, los mineros seguirían compitiendo entre ellos por tener más capacidad de cómputo, incrementando el consumo de la red más y más de forma indefinida. Los NFT se limitan a dar uso a esa corriente empleada para minar, pero no la provocan. En cierto sentido los NFT están ayudando al clima al aprovechar esa corriente eléctrica en vez de dejar que se pierda.

Al punto anterior se le puede objetar que los NFT incrementan el mercado de Ethereum y otras criptomonedas, lo que a su vez hace que los mineros minen más y por lo tanto que haya más competencia que promueva el consumo de corriente. Esta es una buena crítica, pero no parece que sea del todo acertada, ya que los NFT suponen solo el 1.52% del mercado total de Ethereum a día de hoy [1][3], por lo que es difícil que estén afectando notablemente a la popularidad de la red y, por lo tanto, a su consumo eléctrico.

En definitiva, los NFT son una tecnología que está siendo empleada para el más inútil de los propósitos. La mayor parte de la gente que participa en el mercado no comprende para qué sirven y la única utilidad objetiva de los mismos es blanquear dinero. A pesar de esto, sus precios se disparan a diario y cada vez más gente tiene interés en ellos por FOMO. Bienvenidos al año 2021.

Una última cosa…

Por si el ser poseedor de NFT no fuera suficiente humillación por sí mismo, después de escribir este artículo se ha descubierto una página que, imitando a la famosa “The Pirate Bay”, indexa ficheros de torrent de los NFT conocidos, por lo que obtener copias de estos está a un clic de distancia. La página en cuestión se llama “The NFT Bay” y es accesible a través del siguiente link. También se encontró el siguiente fichero torrent, que contiene 17 TB de NFT copiados y listos para ser descargados. En principio contiene todos los NFT existentes a noviembre de 2021. ¿No es internet una maravilla?

Referencias

[1] Business Insider: The NFT market is now worth more than $7 billion…

[2] Larva Labs: CryptoPunk 9998

[3] CoinMarketCap: Ethereum price

Lecturas recomendadas

Lecturas generales:

Lecturas técnicas:

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